Lo vivido ayer en Sevilla no tiene palabras para
poder ser descrito. Una sensación que ninguno de los que formamos parte de este
equipo humano habíamos vivido y más si es la Virgen de la Esperanza Macarena la
protagonista.
Ayer Sevilla se echó a la calle para acompañar a la
Señora de Sevilla. Un gran multitud de personas esperaba ya a falta de dos
horas en la Resolana y las inmediaciones de la Basílica la salida de este
traslado de la Esperanza a la Catedral para celebrar el L Aniversario de la
Coronación Canónica de la Virgen.
El júbilo estallo cuando Antonio Santiago, capataz
del paso de palio, mando levantar el paso para sacarlo a la calle. Cuando el
corneta de la Banda del Carmen de Salteras dio comienzo al Himno Nacional todo
se desbordó. El tiempo no lo marcaba el reloj sino eran los compases de las caídas
del palio de Rodríguez Ojeda al movimiento de sus costaleros.
En el atrio comenzó el delirio. 50 años de una
marcha, 50 años desde que Pedro Braña regalase este himno a la corporación y
con Coronación de la Macarena salió del atrio para dirigirse a su Arco. Le
siguió Macarena del maestro Abel Moreno y como no, Pasa la Virgen Macarena para
llegar hasta su arco. Un sinfín de marchas, todas muy aplaudidas como si la
Señora no hubiese salido nunca. Lágrimas, llantos de emoción y Ella siguió
adelante muy poco a poco buscando su barrio.
Una procesión de la Macarena no se concibe sin su
calle Parras. Petaladas, sevillanas, calles exornadas para la ocasión y la
gente que impedía que ella anduviese. Ni la policía que iba de escolta pudo
hacer nada para evitar el retraso que superó las 2h30 una vez que paso la
puerta de San Miguel de la Catedral.
Llegaría a la calle Feria. Saludo a la parroquia de Omnium
Sanctorum y a las hermandades que allí residen. Siguió calle Feria arriba y
llego hasta nuestra primer punto de encuentro justo antes de llegar a la plaza
de Montesión.
Un cortejo que abría la Centuria Romana de la
Macarena (sin ir ataviados de romanos) con sus sones clásicos y exclusivos de
cornetas y tambores. Y tras la Cruz de Guía más de mil hermanos distribuidos en
ocho tramos hasta que se consiguió vislumbrar el palio de la Esperanza. Los
nervios podían con nosotros y todavía ni se veía. Tan solo se escuchaba el
tambor –más bien redoble- característico de la banda del Carmen de Salteras.
Sones de Virgen del Subterráneo para llegar al cruce con Correduría y seguría nuevamente con la magia del maestro Gámez Laserna y su Pasa la Virgen Macarena.
Impresionante la cantidad de personas que iban delante del paso de palio. Los
capataces no podían sobrepasar las maniguetas y arengaban a sus hombres pegados
a los faldones. Y Ella preciosa vestida. Una conjunción perfecta. Tampoco se me
olvidará nunca esa imagen de ese palio alejándose hacía la capilla de
Montesión. Simplemente espectacular.
Llegaba a esta capilla (donde no iba a entrar) y al
final si lo hizo. De igual manera ocurrió en San Juan de la Palma (está vez ya
si preparada) donde se vivieron momentos de verdadera angustia entre la bulla y
el palio que tenía que entrar en la iglesia. Allí estaba la Amargura, sin san
Juan, a los pies del presbiterio. Se
vivieron momentos inolvidables contemplando cómo se miraban, cara a cara,
frente a frente, la Esperanza y la Amargura. Como en 1964. Las dos primeras
imágenes coronadas de Sevilla.
Delirio también en Santa Ángela de la Cruz, el
convento de estas monjitas que a su paso siempre le cantan a la Esperanza con
sus voces celestiales y que a uno les hace sobrecogerle siempre que las escucha.
Ante una plaza de la Encarnación repleta, donde en las escaleras del mirador no
cabía un alfiler paso la Virgen camino de la Anunciación, un templo muy
simbólico para la corporación de la Madrugada volviendo a entrar en este templo
con los sones de Virgen del Valle y llegando a los pies de la misma.
Siguió el recorrido buscando la Campana y luego la
calle Tetuán. Y en la Plaza de San Francisco, con más de dos horas de
retraso que hizo que mucha gente desistiese de esperar el paso de la Virgen, alfombra
de sal marismeña de Sanlúcar de Barrameda, verde Esperanza, para que la
Madre de Dios pasase por ella y la Corporación Municipal se rindiese a sus
pies.
Pasadas las 1h30 de la mañana de hoy, día 25 de
Mayo, la Esperanza se adentraba en el primer templo sevillano, donde hoy ya
puede recibir el beso de todos los fieles y devotos en la parroquia del
Sagrario, como antesala del Triduo Extraordinario que celebrará en el Altar del
Jubileo para el sábado que viene ir a la Plaza de España en primer lugar, al
Rectorado en segunda instancia y volver a su basílica ya en horas próximas a la
amanecida del 1 de Junio.
Sin duda una jornada la de ayer que no olvidaremos
en mucho tiempo por lo que junto a la Esperanza pudimos vivir por las calles
sevillanas.
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