450 años de Soledad en la calle. Cuatro siglos y
medio los que celebró el pasado domingo la cofradía jerezana del Sagrado
Descendimiento y María Santísima de la Soledad con una procesión extraordinaria
perfecta – que la meteorología respeto en todo momento – haciendo disfrutar a
la gran cantidad de público que se echo a las calles jerezanas para ver a las “manos
más famosas de la Semana Santa de Jerez”
Minutos pasados de las 18h se abrían las puertas de
la Iglesia de la Victoria, las que dan a la calle Ponce, para que el cortejo se
pusiera en marcha buscando la iglesia de Santiago. A los pocos minutos suena el
llamador y se levanta el paso de misterio.
Este paso siempre genera una gran expectación debido
a las grandes dimensiones de las andas que Guzmán Bejarano y Jiménez Espinosa
hicieran para las imágenes del sanroqueño Luis Ortega Bru. Conforman el
misterio además del Cristo del Descendimiento, Nicodemo, José de Arimatea,
(éstas tres, de talla completa), una Dolorosa llamada Nuestra Señora de las
Tristezas, San Juan Evangelista, y las tres Marías. Sones clásicos de corte
trianero los impuestos por la banda jerezana de la Caridad que interpretó
marchas como pudieran ser Cristo del Amor,
Desprecio de Herodes, Sagrada Lanzada ó Sangre y Aguas.
Si el Cristo genera expectación no sabemos qué decir
de la Virgen, de la Señora de la Soledad (a la que posiblemente en venideras
fechas veamos coronada) con ese palio tan señorío, bordado en oro que cobija a
la que llaman la “Reina de la Porvera”. Se
levantó el palio a las órdenes de Martín Gómez y sonaba Soledad de Madre en el interior del templo. Comenzaba el binomio
cuadrilla de costaleros y banda de música, en este caso, la del Nazareno de
Rota. Con un repertorio cuidado y medido para la ocasión, una vez que la Virgen
cruzó el dintel a los sones del Himno Nacional sonó la marcha que Javier Alonso
le compusiera este año con motivo de este aniversario, Reina de la Porvera.
Quizás algunos de los momentos más intensos se
vivieran en la calle Francos. Una calle bastante angosta, por la que los pasos
nunca habían cogido pero que en fechas cercanas a esta salida se había
comprobado que los dos pasos entraban a la perfección si bien las maniobras tenían
que ser muy medidas dada la estrechez de algunos tramos de la calle. El
misterio con más dificultad que el palio, que llego a sones de Font de Anta y Amarguras en el primer tramo, Procesión de Semana Santa en Sevilla de
Marquina ó nuevamente la otro joya de los Font, Soleá, Dame la Mano para hacer el último tramo antes de llegar a San
Marcos y enfrentarse a la primitiva imagen de la Soledad en el Convento de las
Mínimas. Antes de que el paso de palio se levantará después de los pertinentes
rezos y como se lo llaman los músicos “a la mano” comenzó la interpretación de Nuestra Señora de la Soledad de D.
Germán Álvarez Beigbeder. En la misma plaza se hizo el guiño a la hermandad de
la Cena, que esperaba en la puerta de su templo sonando por parte de la banda
roteña (la misma que acompaña al palio del Lunes Santo), A Nuestra Señora de Paz y Concordia de Andrés Muñoz. Siguió este
recital con La Sangre y la Gloria,
con ya la calle prácticamente a oscuras y solo alumbrados por la candeleria del
palio de la Soledad.
Llegarían a la Plaza Rafael Rivero y a la calle Larga
donde muchísima gente acompañó a los dos pasos para llegar a la plaza del
Arenal y bajar por Consistorio a la Plaza de la Asunción donde los dos pasos se
pusieron en paralelo para que el Ayuntamiento le impusiera la Medalla de Oro de
la ciudad en el pecherín de la Señora de la Soledad.
Les quedaba aun tiempo en la calle con calles
estrechas como Tornería – siempre es espectacular ver a un paso por allí y más
si es de grandes dimensiones – y el regreso triunfal por Porvera hasta
nuevamente la Victoria, donde pasadas las 1h30 de la mañana entró el paso de
palio a la espera de un nuevo Viernes Santo donde volver a salir al encuentro
de Jerez.
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